Que Aleksandr Glazunov haya sido -según un veredicto unánime- un epígono de Chaikovski no dice nada positivo de su originalidad como compositor, pero a cambio nos permite disfrutar de dos grandes ballets románticos escritos en la gloriosa tradición de El lago de los cisnes. Sin ir más lejos, Raymonda -el primero y más célebre de ambos- se estrenó en el Teatro Mariinski de San Petersburgo en 1898 con coreografía del mismísimo Marius Petipa. El libreto -aunque esquemático y no demasiado imaginativo- posee la virtud de instigar una partitura coloreada por el contraste de los universos cruzado y sarraceno ligados a los dos pretendientes de la princesa titular de la obra.

En su debut como directora y coreógrafa, Tamara Rojo ha reinventado el argumento de este gran ballet en una fastuosa producción que se inspira en Florence Nightingale y las mujeres que la acompañaron a asistir a los heridos durante la guerra de Crimea. En este nuevo escenario, Raymonda es una joven idealista que abandona en 1854 su vida acomodada en Londres para servir como enfermera en Crimea. Allí su corazón se enfrentara a un difícil trance, al tener que elegir entre dos apuestos pretendientes: un soldado inglés y un carismático líder otomano.

Director musical | Gavin Sutherland

Director | Aaron S. Watkin

Coreógrafa | Tamara Rojo

Escenógrafo y figurinista | Antony Mcdonald

Iluminador | Mark Henderson

Diseñador de vídeo | Alexander Gunnarsson

Dramaturga | Lucinda Coxon

Orquesta Titular del Teatro Real

Texto y Foto © Teatro Real

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